miércoles, 22 de marzo de 2017

Unicornios, nubes y Zonas de Confort

Fitcípulos, hoy estoy de luto. Muy triste. Desbordada. Desquiciada. DESOLADA.

Hace un par de días se me doblo el tobillo cual cuchara ante la mente de un ilusionista y ahora vivo con un esguince, un pequeño desgarre y una venda que me hace de segunda pierna de lo gorda que es.

Y sin poder entrenar.

Y ahora pensarás, “boh, qué penosa y payasa que es, adicta a hacer ejercicio”, pues bien que lloras cuando te deja tu novi@ y en lugar de llamarte payas@, te consuelan, dan palmaditas en la espalda y compran helado para un cargamento militar entero. Y seguro que ahora, si me tuvieras delante, me dirías: “No es lo mismo”.

Pues sí. Es exactamente lo mismo. Cuando sales con alguien y estás enamorado, no paras de pensar en aquella persona, lo bien que te hace sentir y lo feliz que eres con ella. Te vuelcas enteramente a ella y no puedes parar de buscar cosas que le hagan sentir igual de bien que ésta te hace sentir a ti. Pero, ¿qué pasa cuando no la tienes a tu alcance durante una semana? Mal humor, bajones de ánimo, necesidad de sentirla cerca, de saber que todavía la tienes contigo e incluso, necesidad de consumirla, podríamos decir.

Ahora, substituye la ausencia de una persona con la ausencia de la Heroína para un adicto. Oh, vaya, pero si son prácticamente los mismos síntomas que se tiene cuando se está con mono, ¿no?

Bien, la responsable de esta maravillosa dependencia que nos hace perder tantísimo la cabeza pero que a su vez nos deja comiendo nubes de azúcar de colores mientras cabalgamos en el lomo de un unicornio con purpurina, recibe el nombre de dopamina, que es un neurotransmisor que se libera cuando recibimos estímulos que nos dan placer o nos hacen sentir bien y nos deja con ganas de más.

¿Podrías imaginarte, entonces, qué me dirías si te dijera que existe algo que te puede llevar a la cúspide de la felicidad sin tener que involucrar a nadie más que a ti mismo?

Imposible, ¿no? Pues no, estás otra vez equivocado. Vaya día llevas hoy…

El hecho de entregarnos al ejercicio no sólo nos hace liberar dopamina, sino que también serotonina, que desata esa sensación de relax y se encarga de subirle el ánimo a la gente - que padece de depresión, por ejemplo -, y endorfinas, que son hormonas que hacen que nos sintamos  eufóricos, felices y alegres. Vamos, todo un castillo de fuegos de emociones contentas y alegres y locas por la vida.

Una vez entiendas que sólo bastan cinco horas a la semana para hacer que tu vida deslumbre al Sol con ese feeling en el pecho de sentirse el Dios y creador de esos paseos en unicornio, te darás cuenta de lo poquísimo que cuesta ser feliz y quererse a uno mismo y, por lo tanto, dar y entregar el mismo amor a quienes nos entregan esas dosis de dopamina gratuitas.

Puede que al principio de pereza, pero todo es cuestión de tiempo. El dolor que quieres evitar durante y al día siguiente después de hacer ejercicio, luego es lo que más deseas. Te alimentas de él – casi literalmente, después de entrenar acabas con un hambre que te comerías al unicornio que te sacó a pasear – e incluso te sientes más realizado contigo mismo.

Muchas veces, necesitamos un poquito de dolor para sentirnos a gusto y para ver que fuera de la zona de confort las cosas tienen un brillo especial. Algo que uno no podría definir si jamás ha salido de ella, algo que sólo los que se atreven a avanzar pueden llegar a definir como “la mejor decisión que he tomado en mi vida”.

Así que, no te lo pienses más y haz ejercicio, que no solo estarás más buen@, sino que serás más feliz. Y eso se nota en las apariencias. Hay estudios que dicen que cuánto más feliz seas más atractivo te ven los demás. ¡Si es que son todo son ventajas…!

¡Pasta la vista, babies!💋


Lai





1 comentario:

  1. "Substituye", diu.. quin nivel, que fas escrivint un blog aquí anant de super influencer de merda si no saps ni fer-ho sense faltes d'ortografia..? Pffffff

    ResponderEliminar