miércoles, 5 de abril de 2017

El lado bueno de las decepciones


Más que buscar el motivo por el cual nos sentimos como el culo, lo que solemos hacer es echarle la culpa a la Primavera… o al que tenemos al lado, delante, detrás o incluso arriba en el cielo – para luego ir a rezarle, pensando que si así lo hacemos, nuestros problemas se disolverán cual mantequilla en el microondas-.
Si aprobamos, somos unos cracks, pero si suspendemos es por el cabrón del profesor, que nos tiene manía.

Pues no. Las cosas no van así. Al menos ya no.

La vida es como un juego: por un lado, tienes la versión de prueba donde no pagas nada y todo es como muy fácil. Si la cagas tienes vidas indefinidas que te salvan cada vez y te dejan volverlo a intentar.

Y luego viene el nivel 18. El nivel en el que te enganchas. Cuando el Sim que te has creado se enamora y necesitas saber qué pasa. Ahí es cuando te hacen pagar. Pero lo que no sabes es que se va a poner difícil de cojones y solo te van a dar tres vidas, y que cuando las pierdas, o bien te vas al hoyo, a la cárcel o a Alcohólicos Anónimos.

Y ya no vale el “yo no he sido”.

Parte de nuestras decepciones derivan de poner nuestro muerto en la espalda de otros. Esperamos que los demás hagan cosas por nosotros que ni siquiera nosotros mismos haríamos y dejamos escapar oportunidades increíbles por un simple “error” de actitud, oportunidades que solo pasan una vez en la vida.

Y quien dice oportunidades, dice personas.

Y ahora me dirás: “Esto es cosa de las películas, que hacen que te llenes la cabeza de pájaros”. 
Lo que decía. La culpa a los demás.

Los amores de película, pueden o no pueden existir pero, ¿a ti qué más te da? Mientras tengas a alguien a tu lado que se muera por verte, que confíe en ti y te quiera a pesar de tus gilipolleces, ¿qué más quieres?

Y por no hablar sólo de novi@s, hablemos de los amig@s. Que se quiten las aventuras locas de las películas con “amigos” cuando estos no están a la altura cuando se les necesita de verdad.

Creemos que un amigo es alguien que se sienta con nosotros toda la tarde y escucha todo lo que decimos y cómo culpamos a los demás por la cantidad de decepciones que nos causan, pero el verdadero trabajo de un amigo de verdad es el de después. El de, aún hablarle de todas las cosas que nos preocupan, haberle sonreído y haberle dicho “pero en fin, todo bien”, que nos lleven a comprar nuestro helado favorito, lo fusionen con nuestra película y manta favorita y hagan para nosotros el mejor plan de sábado del mundo. Por mucho que se quieran ir de fiesta.

Es cierto que, de alguna manera, es muy complicado dejar nuestros valores de lado para abrir paso al entendimiento de los valores del otro y que, cuando una persona hace algo que no entra dentro de nuestra forma de percibir el mundo, nos decepcionamos y sentimos que hay cosas que después de lo sucedido, ya no van a volver a ser como antes.

Pero amigo mío, las cosas son así. La persona que fuiste la primera vez que conociste a alguien no es la misma que viste tu piel a día de hoy, y tal vez las cosas que antes veías aceptables, son ahora el verdadero significado del caos. Y tal vez ya no encajéis. Y tal vez aquí se acaba la historia.

Y la vida sigue.

Esa es la gracia, ¿no? Evolucionar, como los Pokémon. Ser diferentes, dejarnos contagiar por la experiencia y crecer. Madurar. Ser conscientes de que los actos traen consecuencias y que las personas son difíciles y la vida complicada.

El único trabajo que nos queda por hacer es saber escoger con quien complicárnosla para que, a su vez, todo sea más sencillo.

¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


PD. No es por daros envidia y eso, pero yo he encontrado ya a mis personas y gracias a ellas vuelvo a creer en la magia. 





1 comentario:

  1. vaya tonta del bote xd Creus que escrius bé o algo? ajajajajj

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