Una vez leí que Van Gogh solía ingerir
pintura amarilla porque la asociaba como un color alegre, con el pensamiento de
que, de esta forma, el brillo del color pudiera hacerle brillar a él también.
En ese momento le juzgué, y lo primero que
hice fue echarle la culpa a la ausencia de su cordura, pero, ¿acaso no hacemos nosotros
lo mismo? El alcohol para olvidar, las drogas para salir de la cárcel en la que
creemos que estamos retenidos… las personas para que nos hagan lo felices que
no somos capaces de hacernos a nosotros mismos.
Nos aferramos a las cosas que nos hacen
sentir bien, por muy tóxicas que puedan resultar, porque simplemente no somos
capaces de ver más allá. O no queremos. Nos aterra el hecho de que, si seguimos
caminando, podríamos llegar a encontrar algo más sano, algo mejor, algo que nos
llene y nos haga crecer porque, al mismo tiempo, podríamos no llegar a
encontrar nada.
Sin entender que nada, también es algo
bueno.
Cuando no encuentras nada lo único que
te queda eres tú. Y tú eres más que suficiente. Vivimos a base de códigos, de
hábitos, de pilotos automáticos. Las cosas que son buenas, son buenas, y las
cosas que son malas, malas, cuando jamás es así. Todo es relativo en los ojos
de quien busca ver más allá, y tenemos que aprender a entender que lo que tiene
que ser, será y lo que no ha podido ser, es porque no debía de haber sido, por
mucho empeño y deseo que hayamos depositado en ello. Porque a veces es mejor
así y, porque a veces, sólo con el esfuerzo invertido ya basta para hacernos
mejor de lo que éramos cuando empezamos.
Que no hay vidas nuevas en los años
nuevos, que vas a arrastrar contigo la misma vida que llevabas el año anterior,
la misma mierda, las mismas personas, tu mismo cuerpo. Los propósitos de enero
no sirven para nada. Los lunes no son una mierda porque es el primer día de la
semana. Los días de lluvia no son días tristes. Pasar un San Valentín soltero
no es porque estás solo.
No es por ponerme en plan ONG, pero si
sólo fuéramos conscientes de cuánta gente desearía estar en el lugar en el que
te encuentras sólo porque te estás levantando un lunes de mierda para ir a
trabajar… la mala suerte sólo existe para aquellas personas que no son capaces
de afrontar su futuro y mucho menos encararse a su presente.
Y da miedo. Da miedo pararte a pensar
que igual te levantarás el día de tu 80 cumpleaños pensando que llevas ocho
décadas en este Planeta y lo único que has hecho ha sido quejarte de la mala
suerte que has tenido en la vida y de lo miserable que te has sentido siempre
habitando en tu propia piel. Que lo único que querías era ser feliz y vivir una
vida plena, pero que todo acabó cuando te terminaste tu pote de pintura
amarilla y no tuviste el valor de levantarte e ir a por más.
Pasta la vista babies!💋
Lai.
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