miércoles, 22 de febrero de 2017

Érase una vez...



…un muchacho entrañable llamado Epi, que decidió saltarse la dieta para comerse una galleta y, tres paquetes, cuatro pasteles y dos años más tarde, se dio cuenta de que se le había ido de las manos.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Desde que ni siquiera teníamos consciencia, nuestros abuelos han conseguido que Nestlé sea la marca estrella de nuestros desayunos y meriendas, y que la frase “toma, quédatelo para chuches, pero que no se entere tu madre” sea la más conocida del mundo, incluso antes que la canción del Colacao. Y así hemos crecido. Felices. Pensando en que luego sería fácil deshacerse de las meriendas golosas y los postres y helados de chocolate.

Muchas personas, cuando piensan en empezar un plan de adelgazamiento o simplemente una alimentación que les mantenga equilibradamente sanos, lo único que se les pasa por la cabeza es eliminar al 100% los azúcares y alimentos procesados de su nutrición diaria, lo cual está bien. Hasta un cierto punto.

Al igual que con todo, es nuestra la faena de educar a nuestro cuerpo. Si durante quince años de tu vida has estado comiendo mal los siete días de la semana, no puedes pedirle a tu cuerpo que deje de necesitar azúcar de un día para el otro porque, de esta manera, lo único que conseguirás es que el mono te coja un día de debilidad y te nombren King/Queen en la sección de dulces del súper, porque vas a arrasar con todo y nada de lo que habrás hecho hasta la fecha habrá tenido sentido alguno.

Y sí, he dicho mono. Se ha concluido que el azúcar es una droga, con su Síndrome de Abstinencia y sus cosas.

Si le dices a un adicto al Crack que se acabó la droga para siempre, a duras penas el individuo va a durar hasta el fin de semana, pero si en cambio, esa persona recibe el tratamiento y reducción diaria, poco a poco empezará prescindir de la jeringuilla hasta el punto de poder vivir tranquilamente sin ella.

Lo mismo con el azúcar. Estas cosas requieren tiempo, piden que hagas de ellas un estilo de vida. ¿Crees que l@s model@s Fitness no se cascan un pote entero de Nutella de vez en cuando? Autocontrol, amigo, autocontrol.

Todo el mundo sufre de antojos, dulce o salado, en mayor o en menor medida pero, a partir de aquí, el Planeta Tierra se divide en dos tipos de personas:

Los que comen un poquito, nada más que para matar el gusanillo y se quedan tan a gusto, y los que necesitan sentir que el dolor de estómago llega hasta el alma para poder parar de engullir.

Así que Epi, cielo, no estás solo.

¿Que cómo lo hago, pues? Si buscas por Internet hay millones de formas para frenar esas ganas de arrasar con la nevera, pero las que más van conmigo son las siguientes:

  • Lavarse los dientes y masticar chicle después de cada comida. Si es entonces cuando te da el antojo ocurre normalmente porque has acostumbrado al cuerpo a comer algo dulce como postre después de comer.
  • Comer. Si el antojo viene entre horas, es que, o bien tu cuerpo anda flojo de nutrientes o bien tienes hambre de verdad. Merienda sano – opta por engañar al cuerpo y, en vez de untar Nutella en el pan, utiliza crema de cacahuete (ecológica), que está igual de buena, que es mil veces más sana y nutritiva y que además, tiene ese toque dulce que nos pide el cuerpo-,  junto con alguna pieza de fruta.
    Sáciate con comida que sea buena para ti y, en caso de que sigas con ganas de dulce, lávate los dientes y chicle.
  • Salir de casa. Si tu casa es un campo de minas, lleno de pecados por todos los rincones y no lo puedes remediar porque eres el único intentando relajarte un poco con el chocolate, sal, queda con amigos, ve a tomar el sol, Fanta o haz deporte.
  • Tener EL día. Si tienes un día, como por ejemplo el domingo, en el que a la hora de la cena te puedes permitir comer todas las guarradas que hayas pensado a lo largo de la semana, tu mentalidad irá cambiando poco a poco y sentirás que tus antojos disminuirán hasta aquel cheat meal day. Todo está en la mente, mon ami.
  • Chocolate negro. Si te has lavado los dientes hasta desgastarlos, vaciado el paquete de chicles y tus amigos se han cansado de ti, prueba con comprar una tableta de chocolate negro 70% cacao – o más – y tómate una onza, que además es muy recomendable.

Repito que todo lo mencionado anteriormente son consejos que a mí, personalmente, me han ido como anillo al dedo, pero eso no significa que vaya a funcionarte a ti, todo es cuestión de conocerte y saber qué va bien contigo.

Pero hay algo muy importante que te debe quedar grabado en la mente con fuego, como mínimo: Tu mente es la única responsable de decirte qué puedes hacer y qué no. El cuerpo humano es capaz de soportarlo prácticamente todo, es la mente la que limita. En el momento en el que llegues a poder controlar tus pensamientos, serás invencible, solo tienes que creer que lo eres y confiar en ti.

Además, se vive muchísimo más feliz pensando que tú mismo estás más bueno que cualquier Ferrero Rocher hecho y por hacer en la capa de la Tierra, ¡y que digan lo que quieran!

¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


Pd. ¿Eres mujer? ¿Te visita la mujer de rojo una semana al mes? ¿Tiendes a arrasar con la nevera cuando eso pasa? Te entiendo, y lamento decirte que ante esos ataques hormonales, no tengo solución para ti, pero sí te puedo decir que, después de lo duro que es sentir que te están acuchillando los ovarios, también nos merecemos una alegría, ¿o no?



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